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La factura perfecta debe reunir una serie de requisitos que la conviertan en irreprochable, al menos formalmente. Es vox populi que se efectúa la entrega de bienes o se realiza una prestación de servicios surge la necesidad de preparar una factura que, además, estará sujeta a los impuestos vigentes en el territorio.
En el caso de España, hablamos del IVA cuyo tipo dependerá del producto vendido (general, reducido o superreducido) o el IGIC, la versión canaria de este tributo.
No hay que olvidar que la ley obliga a los empresarios y profesionales a expedir factura y copia de ésta por las entregas de bienes y prestaciones de servicios que realicen en desarrollo de su actividad y a conservar copia de la misma.
Lo cierto es que nos conviene no dejar ningún cabo suelto para que ésta sea abonada cuanto antes y, por supuesto, que no haya problemas con la Agencia Tributaria por defectos en la facturación.
Además, una factura sirve como garantía para la empresa responsable de su emisión, pues es el documento en el que nos podemos amparar en el caso de que tengamos que reclamar su pago por vía judicial. También refleja nuestra profesionalidad y nos describe ante los clientes. Por lo tanto, conviene esmerarnos en su preparación.
Todos los detalles vamos a verlos pormenorizadamente en el presente artículo.
Una factura perfecta, como comentábamos, también debe ser irreprochable desde un punto de vista ortográfico y no debe incurrir tampoco en errores gramaticales pues afectan a nuestra imagen.
También debemos ser rápidos en su emisión y que ofrezca un aspecto personalizado. Lo cierto es que en los últimos años han proliferado los programas de facturación online que nos permiten efectuar auténticas virguerías, pero no cabe excederse, pues corremos el peligro de que transmitan una imagen aniñada de nuestro negocio. Por lo tanto, urge encontrar el equilibrio entre ambas facetas.
Primeros pasos para digitalizar tu departamento de finanzas.