La gestión integral nace con el fin de conseguir que la empresa funcione como un engranaje bien engrasado. Como bien sabrás, los negocios están expuestos a una gran cantidad de información: procesos, áreas, proveedores, cliente, tendencias…. Todo esto se suma y se actualiza prácticamente a la velocidad de la luz, por lo que es indispensable contar con una gestión que integre todos estos inputs y los lance con un mensaje claro, definido y optimizado para la toma de decisiones.
Los sistemas de gestión integral son herramientas administrativas que ayudan a comprobar y controlar la persecución de objetivos que se ha fijado la empresa. Este tipo de sistemas, aplican un control estricto en todas las áreas de la empresa, no obstante, éste resulta motivador ya que va ligado a unos objetivos, haciendo que el trabajo fluya mejor.
Normalmente, este tipo de sistemas tiene un enfoque basado en procesos, determinando funciones y actividades relacionadas entre sí. Para implementarlo, hay que dar voz a los requisitos de todas las partes interesadas, satisfacer dichas necesidades y llevar un control de las mismas una vez implementado.
Son varios los beneficios de apostar por un sistema de gestión integral:
Pero no es oro todo lo que reluce y, aplicar un sistema de gestión integral puede suponer muchos desafíos para la empresa.
En definitiva, pese a que existan trabas organizacionales, es importante trabajar y creer firmemente que un sistema de gestión integral en el medio y largo plazo va a ayudar a que tu empresa avance y siga el trepidante ritmo que marcan las tendencias, el consumidor y, como no, la tecnología.
Digitalización empresarial desde cero