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No siempre es necesario recurrir a estrategias bélicas cuando tienes productos o servicios con una alta competencia. Si bien a los equipos de trabajo les gusta utilizar los llamados juegos de guerra para formular una estrategia competitiva, considerar otras alternativas puede acabar siendo ventajoso.
“Juegos de guerra” es un poderoso término que evoca complejidad e intensidad en actividades diseñadas desde una perspectiva bélica con el fin de derrocar a los competidores. A su vez, también motiva a los participantes a comprometerse plenamente en el proceso de planificación y ejecución de la estrategia competitiva.
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Pese a que los juegos de guerra tienen sus ventajas, existen buenas razones por las que deberíamos apostar por un enfoque menos agresivo para conservar o ganar cuota de mercado.
En este post vamos a ver algunas de ellas, oponiendo al tradicional planteamiento bélico de los negocios una visión alternativa, alejada de la idea de lucha como concepto bélico sin por ello rechazar interesantes nociones militares, entre otras las que engloban conceptos como el de “estrategia” o “táctica”.
La guerra, por definición, busca conquistar a un oponente, lo cual significa una victoria con sus luces y sus sombras. Entre éstas, trasladada al escenario comercial, bien puede acabar debilitando nuestra relación con los clientes.
Por contra, esto difícilmente ocurrirá si nos centramos en un enfoque orientado a la satisfacción de la clientela en lugar de poner el foco en debilitar a los competidores.
El panorama ante el que nos enfrentamos se compone de una suma de factores que lo dotan de una gran complejidad, al tiempo que hemos de estar preparados para las condiciones cambiantes.
La competitividad global es cada vez más feroz, con lo que barajar estos elementos a la hora diseñar nuestra mejor estrategia va más allá de competir con empresas como si se tratase de un conflicto militar.
Tal y como afirmaba Sun Tzu, militar y pensador chino autor del tratado militar más antiguo, la estrategia y enfrentamiento no siempre van de la mano.
“Vencerá aquel que sepa cuándo luchar y cuándo no luchar”, afirmaba. Así pues, es importante ser selectivos y centrarse en lo realmente importante, buscando los verdaderos motivos por los que nuestra marca es vulnerable.
La preparación es fundamental para poder desarrollar estrategias apropiadas. Solo así podrán ser realmente eficaces. En lugar de encontrar satisfactorias investigaciones superficiales a partir de las que establecer estrategias bélicas, la clave está en la profunda comprensión de fortalezas y debilidades del competidor o competidores.
A partir de esa inmersión podremos establecer estrategias válidas. Ello requiere tiempo y, por otra parte, libertad y flexibilidad para elegir el enfoque adecuado. Idealmente, será una elección posterior, realizada a la luz de lo indagado.
La teoría de los juegos puede ser de gran utilidad para lograr el éxito a la hora de plantear estrategias de distinto tipo, incluyendo las bélicas, pero también es importante tener en cuenta otras opciones.
En suma, las organizaciones deben tener cuidado en sus planteamientos de estrategia competitiva. Sobre todo, para evitar los problemas asociados a las actuaciones emplean una perspectiva meramente bélica.
Lejos de un enfoque simplista basado en los juegos de guerra, -una lucha en la que solo hay dos opciones: ganar o rendirse-, en el concurrido mercado actual se hace necesario dar respuestas ad hoc.
La construcción de estrategias inteligentes, en definitiva, exige saber analizar los procesos dinámicos y participativos que se desarrollan en el mercado global, caracterizado por una voraz competitividad.
Uno de los objetivos principales no será otro que crear una conexión más fuerte con los clientes, lo cual implicará estrategias a menudo independientes de las acciones de los competidores.
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