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Toda empresa necesita ser rentable. Por ese motivo, toda empresa debe saber medir su rentabilidad. Los ratios de rentabilidad son los indicadores que le ayudan a cumplir esa misión.
Si a los accionistas de una empresa les presentas un documento que especifique cuál ha sido el volumen de ventas en un año, no tendrán suficiente. Necesitan conocer la relación entre ese volumen de ventas y lo que han invertido en la empresa. Los ratios de rentabilidad que le ayudarán a conocer dicha relación son el ROI y el ROE.
El ROI es uno de los ratios de rentabilidad más utilizados y que significa Return of Investment (traducido: retorno sobre la inversión). Conocer el ROI nos sirve para saber cómo se está gestionando la empresa y para conocer la eficiencia de una empresa a la hora de utilizar su activo para generar beneficios. Este ratio de rentabilidad también se conoce como ROA (Return of Assets; traducido: retorno sobre activos).
Supongamos una empresa X que ha tenido durante su primer año de vida un volumen neto de ventas de 1.200.000 €. Este volumen neto de ventas proviene de restar los gastos (costes de producción, salarios, etc.) al total de ingresos por ventas. Es, por tanto, un beneficio neto.
Sin embargo, para calcular el ROI también necesitamos conocer su valor en activos (instalaciones, máquinas, inventario…). Supongamos que el de la empresa X es de 900.000 €. Dividiendo entre la inversión realizada la diferencia entre los ingresos y la inversión realizada, obtenemos el ROI. Si, además, lo multiplicamos por 100, podremos expresarlo como porcentaje.
Por ejemplo, teniendo en cuenta que los ingresos de la empresa X en su primer año han sido de 1.200.000 €, su ROI se calcularía así:
(1.200.000 – 900.000) / 900.000 * 100 = 0,33 = 33%
Un resultado positivo. En función de cuáles fuesen las expectativas, se podrá decidir si continuar con la misma estrategia o si realizar alguna modificación en ella. Además, el ROI también servirá para comparar a la empresa X con el resto de empresas del sector y tomar decisiones en base a ello.
Pero no solo eso. El ROI también puede utilizarse para calcular la rentabilidad de cada inversión específica dentro de la empresa. Por ejemplo, supongamos que la empresa X invierte 900 € en una campaña SEM de Google AdWords, de la que espera obtener al menos un 20% de beneficio. Con esta campaña, consigue vender 80 productos por un valor de ganancias de 1.600 € (20 € por producto). Los costes de producción de cada producto son de 4 € (en total, 320 € para los 80 productos).
Entonces, calculando el ROI:
[1.600 – (900 + 320)] / (900 + 320) = 0,31
Lo que implica un ROI del 31%. La empresa ha superado los beneficios que esperaba.
Al contrario que el ROI, el ROE (Return Of Equity; traducido: retorno sobre el patrimonio) no se basa únicamente en las inversiones o en los activos, sino en el patrimonio neto. Entendemos como patrimonio neto la diferencia entre los activos y las deudas. Por lo tanto, la diferencia principal entre ambos ratios de rentabilidad es que el ROI no tiene en cuenta las deudas de la empresa, mientras que el ROE sí lo hace.
Supongamos que una empresa Y dispone de un patrimonio neto de 6.000.000 €, resultado de unos activos con valor de 9.000.000 € y unas deudas de 3.000.000 €. Para conocer su ROE tenemos que saber, además, su beneficio neto anual, que se calcula tal y como vimos al hablar del ROI. Imaginemos que dicho beneficio neto es de 5.000.000 €. Entonces, podemos dividirlo entre el patrimonio neto de la empresa Y y así conocer su ROE:
5.000.000 / 6.000.000 = 0,83 = 83%
Fijémonos en que este valor tan positivo es posible gracias a que la empresa Y tiene más activos que deudas. En caso de que las deudas fuesen mayores, su patrimonio neto sería negativo y, con ello, el ROE también lo sería. En realidad, el ROE es realmente uno de los ratios de rentabilidad que más interesa a los accionistas, mucho más que el ROI.
De esta forma, tenemos dos ratios de rentabilidad que nos ayudarán a conocer lo rentable que está siendo una empresa y tomar decisiones en base a ello.
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