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Solemos confundir creatividad con innovación empresarial, pero no son lo mismo. Como dice William Coyne, la creatividad es el concepto y la innovación es el proceso. Esto quiere decir que la creatividad es la que genera ideas y soluciones y la innovación es la que aplica esas ideas y soluciones en la empresa de forma eficaz.
Al igual que en la creatividad, en la innovación empresarial es esencial el pensamiento. El pensamiento es lo que nos permite analizar, razonar, conectar y, en definitiva, encontrar la forma más eficaz y eficiente de poner en marcha una idea que ha surgido fruto de la creatividad.
En su libro de 2005 “A whole new mind”, Daniel Pink ya señaló la importancia de los trabajadores conceptuales en el siglo XXI. Si bien en el siglo XIX, tras la Revolución Industrial, se necesitaban trabajadores de fábricas para realizar tareas mecánicas que no requerían pensamiento, en el siglo XX los trabajadores necesitaban tener un mínimo de conocimientos para poder llevar a cabo con éxito su trabajo. Y de este escenario donde el conocimiento es imprescindible, saltamos a nuestro siglo, donde el conocimiento está almacenado en Google y lo que realmente necesitan las empresas son trabajadores que piensen, que unan esos conocimientos con el objetivo de convertir en tangibles las nuevas ideas, los nuevos productos, los nuevos servicios y las nuevas soluciones que genera el pensamiento creativo. Esto es, en otras palabras, innovación empresarial.
Por lo tanto, si estás al frente de una empresa innovadora, es imprescindible que tus empleados piensen y que sean conscientes de la importancia del pensamiento en su trabajo, además de saber aplicarlo de la forma más eficaz y eficiente. Vamos a ver un par recomendaciones para conseguirlo.
Si quieres que las personas con las que trabajas generen innovación empresarial, debes tener en cuenta los siguientes consejos:
El término innovación radical merece una mención especial en este artículo.¿Qué es exactamente la innovación radical? Se trata sencillamente de la innovación empresarial llevada al máximo exponente. Cuando se introduce en el mercado un producto o un servicio nuevo que es capaz de provocar una revolución, estamos hablando de innovación radical. Encontramos un ejemplo en la aparición del motor y del automóvil, que ayudó a superar la etapa de los carros tirados por caballos, o si nos centramos más en nuestra época, la aparición en el mercado de internet, que revolucionó las comunicaciones, o de los smartphones, que revolucionaron la telefonía móvil.
Aunque no es sencillo provocar una innovación radical, lo que está claro es que nunca podremos alcanzarla si no fomentamos y valoramos en nuestra empresa la cultura de pensamiento y de la innovación empresarial.
Como bien dijo Daniel Pink, “para el trabajo del siglo XXI, debemos adquirir autonomía, dominio y finalidad”.
Digitalización empresarial desde cero