Un VPN, cuyas siglas significan Virtual Private Network o Red Privada Virtual, en español, son un tipo de red en el que se crea una extensión de una red privada para su acceso desde Internet. Sería algo así como la red local que tienes en casa o en la oficina, pero sobre Internet. Las comunicaciones en ellas viajarán totalmente cifradas y, por este motivo, se suele hablar de estas como túnel VPN.
Con una conexión o túnel VPN, podemos establecer contacto con máquinas que estén alojadas en nuestra propia red local de forma totalmente segura, ya que la conexión que se establece entre ambas máquinas viaja totalmente cifrada, evitando el acceso de terceros. Es como si, desde nuestro equipo conectado a Internet, estableciésemos un túnel privado y seguro hasta nuestra oficina, con el que pudiéramos comunicarnos sin temer que nuestros datos fuesen vulnerados.
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También podemos utilizar un proveedor VPN para conectarnos a determinados sitios de manera totalmente anónima. Por ejemplo, a webs donde existe una restricción para acceder desde algunos países en concreto.
Pero, por desgracia, como suele ocurrir en informática y, más concrétamente, en temas de Internet, un VPN no es infalible. Existen fallos detectados y documentados en determinados protocolos de cifrado y transmisión que, por ejemplo, permiten revelar la IP real de la conexión a través de RTC. Otro fallo conocido es que las VPN basadas en SSL/TSL podrían haberse visto afectadas por Heartbleed, mientras que las basadas en protocolos SSH podrían estar afectadas por un fallo en el generador de claves Debian. Aún con todo ello, la seguridad de un túnel VPN está por encima del 98%. Por tanto, son muy recomendables.
No obstante, siempre podremos mejorar la seguridad teniendo en cuenta las siguientes premisas:
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