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No es ningún secreto que, hoy en día, muchas personas se sienten dominadas por el estrés. En muchos casos, la presión en el trabajo es el principal desencadenante, pero dicha presión puede proceder tanto de las condiciones laborales como de la propia persona.
Tampoco es ningún secreto que el estrés no solo es nocivo para la persona tanto a corto como a largo plazo, sino que también lo es para la empresa para la que trabaja; cuanto más estresados estén sus trabajadores:
En este post vamos a tratar por separado los dos grandes tipos de fuentes de presión en el trabajo: la externa y la interna. Con ello, esperamos asentar una guía rápida para la lucha contra el estrés en la empresa.
Cloud computing y movilidad en la empresa.
Cuando una persona se siente con presión en el trabajo, su cerebro se centra en mitigar a toda costa esa emoción dolorosa y, mientras lo está haciendo, no podrá concentrarse plenamente en las tareas cognitivas y ejecutivas (es decir, las propias de cada trabajador).
La fuente de esta presión en el trabajo puede ser externa, en cuyo caso existe un agente estresor que actúa al margen del cerebro del empleado, pero que le induce a estresarse. Ese agente estresor puede ser el propio trabajo, un compañero, un superior, un cliente… En definitiva, cualquier circunstancia o persona que está en contacto con el empleado.
En muchas empresas, los agentes estresores externos son comunes a varios trabajadores, lo que quiere decir que lo que estresa a un trabajador, generalmente estresa a otros. Lo más habitual es que esto ocurra cuando el agente estresor es una persona. Por ello, es importante que la empresa cuente con un sistema de medición, evaluación y seguimiento que contribuya a identificar los agentes estresores más comunes y a actuar contra ellos.
Por otro lado, cuando el agente estresor es el propio trabajo que debe realizar una persona se produce un efecto más individualizado, es decir, que suele afectar a un único trabajador o a un grupo reducido. Es recomendable contar con un sistema de encuestas anónimas para identificar si realmente existe este tipo de problema en la empresa y, de ser así, empezar a combatirlo.
Si efectivamente el problema existe, debemos saber que cada persona cuenta con unos límites propios de presión en el trabajo. Una persona puede estresarse ante un tipo de tarea, o ante una cantidad de tareas, mientras que sus compañeros permanecen estables ante la misma situación. De ahí la importancia de conocer a cada uno de nuestros trabajadores y de establecer a una persona que observe su rendimiento y su evolución. Así encontraremos la situación más favorable para que cada empleado exprima al máximo su potencial.
La presión en el trabajo también puede desencadenarse debido a factores que nacen del propio trabajador, al margen de otras personas y de las tareas que se le encarguen. Los más habituales son:
Conclusión: si la empresa combate todas las fuentes mencionadas de presión en el trabajo, sus beneficios aumentarán sin lugar a dudas.
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