Los profesionales de hoy exigen algo más que un salario competitivo. Las culturas y los valores empresariales contribuirán en gran medida a atraer talento de primera fila.
En la nueva era del trabajo, los salarios competitivos ya no son lo más importante cuando se trata de atraer y retener al mejor talento. Los empleados exigen más.
Un periodo de interrupción sin precedentes en el cómo, cuándo y dónde del trabajo llevó a muchas personas a reevaluar la relación entre su vida personal y laboral. Como demuestra “La Gran Dimisión”, hubo poca vacilación entre los trabajadores para hacer un cambio. Además, la escasez de mano de obra en todos los ámbitos hizo que el péndulo del poder oscilara firmemente a su favor.
Los líderes empresariales han caído en la cuenta de que la estrategia tradicional de echar dinero al problema ya no era adecuada para su propósito. Factores como la conciliación de la vida laboral y personal, el aprendizaje y el desarrollo, la diversidad y la inclusión y la sostenibilidad catapultaron repentinamente la lista de prioridades entre los trabajadores.
Las empresas se han visto obligadas a pensar fuera de la caja para aumentar su atractivo a los ojos de los empleados existentes y los posibles candidatos. Esto requiere convertirse, como lo define Economist Impact en un “magnetic workplace”.
Un “magnetic workplace” es un entorno en el que los empleados quieren trabajar. En lugar de obligación, tienen un sentido de pertenencia y realización. Como se describe en el reciente informe de Economist Impact “The magnetic workplace”, tres pilares sustentan este concepto
- Productividad e Infraestructura
- Compromiso del empleado
- Cultura
Los valores numéricos se pueden atribuir a la productividad y la infraestructura física, como los dispositivos de impresión, se puede ver y tocar. La cultura empresarial y el compromiso de los empleados, sin embargo, son intangibles. Pero nunca han importado más.
La importancia de la cultura empresarial
Si bien la producción y la rentabilidad son indicadores de la salud de una organización en un momento dado, la cultura y los valores serán invariablemente, cuestiones clave del éxito sostenible. Sin una cultura que fomente el trabajo en equipo y la satisfacción laboral, los beneficios a corto plazo simplemente tapan las grietas que a la larga reducirán la productividad. Si las personas no se identifican con los valores de su organización, las inversiones en nuevas tecnologías no se optimizarán por completo porque el personal no está totalmente comprometido y motivado. Con este fin, las personas y la tecnología ya no pueden verse como entidades separadas: el éxito de uno depende del otro.
Los entornos de trabajo tóxicos donde existe una desconexión entre los valores de los empleados y los de la empresa, no solo afectan a la moral interna, sino que también dañan la reputación de la organización. En la hiper competitiva carrera actual por el talento, la reputación importa más que nunca. Las organizaciones que son grandes en sostenibilidad, iniciativas sociales o esfuerzos para garantizar un equilibrio positivo entre la vida personal y laboral de los empleados, ahora están bien posicionadas para generar lealtad interna y aumentar el atractivo de aquellos que están considerando un cambio de carrera. El informe “The Magnetic Workplace” cita una encuesta de trabajadores estadounidenses que arrojó que más de la mitad estaban dispuestos a aceptar un recorte salarial para trabajar con empresas que comparten sus valores. “Algunos observadores han argumentado que el hecho de que las empresas no hayan reforzado sus estrategias con valores fundamentales fue un factor central de La Gran Dimisión”, agrega el informe.
También destaca que una alineación de valores más fuerte es común en industrias impulsadas por una misión, como sanidad y los servicios públicos, donde los trabajadores están estrechamente conectados con una comunidad y tienen un sentido de propósito. Para estos trabajadores, brindar un servicio imprescindible e inestimable puede generar un sentimiento de satisfacción y realización laboral, complementando así la productividad que ya facilita la tecnología puntera.
